sábado, 21 de junio de 2008

La pintura en el Arte

El grito sordo de un silencio atronador resuena en los ecos de mi mente. Hace ya tiempo que oí discutir el hecho de que el arte sea algo en sí, y no más bien una idea convencional carente de valor. Durante toda la historia se ha discutido si la plasmación de sentimientos subjetivos- y por tanto únicos-, que si la representación fiel y encorsetada a la realidad del mundo que nos rodea. Pero, como siempre digo, algo se ha avanzado desde aquél entonces en el cual aún se dudaba sobre la libertad de los seres humanos, o la característica de tal.

Por transmitir un mensaje, hasta una aplastada hez puede sugerirnos muerte o destrucción, pero yo creo que tiene mucho más que ver con la generación del acto creado: la poderosa fuerza de la conciencia sobre lo que se está haciendo. Y eso se nota.

A veces la crítica nace del supuesto de que el autor de los hechos sabe todo lo que ha hecho- inevitable hecho a evitar-, y es por la sencilla razón de resumir el engorroso trámite de la empatía entre prójimos. Hace falta extensión para poder distinguir en un análisis lo mismo que se ha distinguido. Ni yo soy sabio, ni tampoco se trata de eso en la mayoría de casos. El error es mucho más subjetivo que el acierto porque todo se puede arreglar. Hasta los microondas.

Imagen: Caminante ante un mar de niebla de Caspar David Friedrich.
C.

1 comentario:

Alanthos dijo...

Como toda otra forma de arte, la pintura es una entidad de soporte para expresar lo que se piensa, se quiere decir o se siente, sobre todo lo que se siente. Sí, es una forma subjetiva de comunicarse con los demás, pero, en esencia, es también un soporte para esos pensamientos, mensajes y sentimientos.

De todos modos, cuando hablamos de una entidad como el arte, nos vemos impelidos a considerar la voluntad del artista. ¿No es cierto que es un arte, al final y en principio, a priori y posteriori? Ya me entendés.

Lo que quiero decir es que el entender la obra de otro es imposible si no empleas la empatía. En mi opinión, es imposible salvar la subjetividad sin ella. Por ende, una obra estudiada, observada, examinada, o tan sólo observada, sin empatía, puede sugerirnos mucho, pero en esencia sólo estamos empleando una introspección tan individual como el acto de creación del propio artista.

Aunque debo reconocer que, en realidad, también los microondas tienen arreglo. De lo contrario, existen las garantías. ¿Verdad?