lunes, 2 de junio de 2008

Ciclo de Críticas 2008-2008

No sabía que Hevia estaba metido en el mundo de la composición y la música hasta el punto de escribir un artículo crítico con la propia gente que, se supone, representa sus intereses. Pero me alegro de haberlo sabido en un tiempo como éste. Y no me refiero ni a la lluvia (que ya hace bastante con joder la marrana), y los exámenes.

Al modo de un estilo que hizoo Marx, Hevia ha realizado un breve recorrido por toda la historia de la humanidad (y tan breve), y ha sacado unas sucintas referencias a las conclusiones a las que, en su día, llegó el admirable estudioso de las relaciones materialistas y productivas entre los diferentes grupos sociales. Transporta el determinismo o la necesidad de la historia, que evoluciona según unos esquemas hacia algo bastante peor que la realización de la utopía socialista.

Pero, en lo que a mí me toca, la música; ahí está espléndido. Se desmarca de la posición de tantos y tantos artistas en el famoso “Día sin música”. Parecía que el panorama musical estaba infestado por todos aquellos que se manifiestan en contra de la música para todos, o más bien, en la regulación de las salidas y entradas de la música por unos pocos. Ni siquiera habla de esas dificultades que tanto pesan sobre las agachadas cabezas de los músicos (en el mejor de los casos), que han abandonado su libertad por un contrato que todo lo controla. Esta realidad es incapaz de explotar las posibilidades de la grandísima cantidad de jóvenes que se mueren por expresar a través del lenguaje de los sonidos, así como las oportunidades del público, que somos todos.

Nadie será capaz de controlar esto. Y muchos se engañan con sus demostraciones de fuerza para probar lo contrario.

F.

PD: Aquí tenéis el enlace del artículo; http://revistacrea.com/content/view/69/50/

1 comentario:

Ángel-Z dijo...

Nuestro querido Alberti se refería a los poetas, pero igualmente puede aplicarse a músicos y artistas en general:

“Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos.
Mirad alto. Veréis que miran otros ojos.
Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre.
No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado.
Su canto asciende a más profundo
cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres”.
Y a los que quieran a estas alturas poner puertas al campo, que les den.