lunes, 15 de junio de 2009

De las cosas y las Cosas

Pasando de largo otras consideraciones primigenias con respecto al nacimiento de la materia en el universo, podemos partir del hecho evidente de que hay dos formas que divergen en cuanto a un principio fundamental. Uno de ellos es el de la existencia y otro precisamente es el contrario; el de la no-existencia. En esta especie de código binario clasificatorio de la estructura del mundo sensible podríamos referirnos al primer grupo como un gran conocido en la empírica científica y el otro como alguien que sabemos que "está"- en este caso diríamos que no está- pero cuyo conocimiento se nos hace cuesta arriba precisamente por las características de su inexistencia. Partiendo de esta máxima, el grupo contingente se definiría entonces dentro del componente o fuera de él. Esto quiere decir que su proyección se produce en el plano interno de su propia condición dentro de sí o frente al resto de existencia que se prolonga en el exterior del objeto en cuestión. Cabe recordar que esto no son carcaterísticas optativas, sino definitorias de la materia. Nosotros mismos no podemos evitar ser para los demás, puesto que si no, no seríamos; y ambos fundamentos son, en consecuencia, la misma parte de un todo.
Desarrollado este principio fundamental, podríamos plantearnos un problema práctico. ¿Cuándo está bien algo? Según este sistema, tan sólo podría no estarlo aquello que no no lo estara- valga la rebuznancia-. Veamos dentro del estar que hay una parte interna y otra externa del todo, y tan sólo pertenecería al grupo del ser todo aquel que cumpliera las dos características. Pongamos en un ejemplo concreto la adaptación de los servicios para minusválidos del servicio de metro de Madrid. Es verdad que con respecto a la gran cantidad de facilidades otorgadas puede estar dentro de las diez mejores instituciones de transporte público adaptada para minusválidos del mundo. Sin embargo, en lo interno pueden verse las grandes deficiencias que permiten que en realidad el servicio no esté adaptado para el uso eficiente de los minusválidos. Esta afirmación podría acabar con la conclusión de que en realidad el servicio del metro de Madrid no se encuentra perfectamente adaptado a las necesidades de todos sus usuarios. ¿Es eso verdad? Sí.

Vayamos a una conversación. A una relación entre personas. Allí lo que decimos es lo mismo que es, en tanto en que es dicho. Su realidad interna y externa destaca por la existencia de su pronunciación desde un procedente a su recepción por el destinatario o cualquier otro que estuviera escuchando. Por tanto, en esta dimensión, lo que se buscara con el acto respecto de lo que se obtuviera con él no tendrían confrontación de ser, puesto que serían nada más y nada menos que dos caras de la misma moneda. De hecho, esto plantearía la cuestión de que hay muchas cosas que sólo existen en tanto que se habla de ellas y que sin embargo son invenciones sacadas de las vanas elucubraciones de cuatro esgarramantas que se acaban generalizando.

sábado, 6 de junio de 2009

Distinción de la verdad en la Información en Internet

El hecho de constatar la diferencia entre la información cierta de la falsa constituye una importancia especial para el medio de Internet. La libertad característica de la red permite la exposición de todo tipo de información proveniente de cualquier persona que, desde la conexión al sistema, haya participado con la subida de cualquier tipo de enunciados. En cualquier medio se puede plantear la diferencia entre los aspectos de verdad o falsedad, o si queremos ir incluso más allá, de mentira.

El engaño en Internet tiene que ser combatido día a día por los que se valen de sus servicios para adquirir la información que necesitan y de cuya fiabilidad dependen en muchos casos. La dificultad de distinguir una de otra la entraña el complejo sistema de constatación del fundamento de las afirmaciones a través de otras tantas informaciones expuestas, lo cual puede ser muy trabajoso e incluso acabar llevando a una conclusión falsa. Los usuarios finalmente han desarrollado un propio sistema de información considerado legítimo frente a los engaños que ruedan por la red –que pueden tanto anunciar la muerte de un famoso como ofrecer datos de estadísticas erróneos o inventados-; éste consiste en acudir a las páginas consideradas con la suficiente seriedad y rigor como para acoger solamente información fiable y de calidad. Todas las páginas que sean de referencia quieren contar con esta distinción concedida por los usuarios, pero muchas veces depende de los buscadores el hecho de otorgar ese don.

Los buscadores en Internet son las páginas más visitadas a causa de que su trabajo consiste en ahorrarle el trabajo al usuario de pasar por alto todo lo superfluo o engañoso de la red. Valora, puntúa y posiciona al respecto de estos procesos a la página en cuestión en sus buscadores. Depende de los buscadores el prestigio de muchas páginas. Es, por tanto, la legitimidad la que está en manos de estos programas que otorgan el ansiado reconocimiento o condenan al ostracismo. Habría que preguntarse por lo correcto de este procedimiento que se acepta tan deliberadamente sin ningún tipo de planteamiento más allá de la lógica simplificadora que los trabajadores de Google o Yahoo utilicen para organizar jerárquicamente las páginas de información en Internet. Habría que preguntarse por el poder que se pone en las manos de las empresas que mueven los buscadores y qué supondrá esto para el futuro de Internet. Y si la libertad, tan característica y reconocida a este medio de comunicación resulta un cuchillo de doble filo que quita donde da y regala sólo lo que ya de antemano ha robado.

Uno más de los rasgos que habría que estudiar de Internet más allá de la comunicación llevada a cabo dentro de su sistema, sería lo que supone para las empresas participantes el control del esqueleto estructural invisible que lo compone. Algunas veces mucho más visible de lo que se supone.