martes, 17 de junio de 2008

Fanfarria de Jactancia


"...Incluso el anuncio televisivo de un detergente resulta difícil de entender: 'Limpieza total gracias a sus nuevos megatones inónicos de acción total y desinfección garantizada gracias a sus silicatos sintéticos de esporas de pino de acción protactiva, directo sobre las manchas'. ¿Qué es eso? El mago Merlín se tiraría por la ventana si oyese una cosa así. A estas alturas, el funcionamiento de nuestro cerebro es la mitad de complejo que el de cincuenta miligramos de detergente al entrar en contacto con el agua". (Mercado de espejismos Felipe Benítez Reyes p.9)

Dicen que el cinismo es uno de los motores del intelecto. La deflagración de las ideas, la incineración de sofismas aparentemente razonables de nuestra sociedad se ven constantemente atacados por su genialidad, siempre dentro de los cánones correctos del respeto y la sutil, y a veces impertinente, elegancia. No soy un cínico, la verdad. Pero respeto, tanto como en ocasiones admiro a los dandy ingleses que se andan pavoneando de la ausencia total de su interés por eso que los demás consideramos importante. Como si se tratara en realidad de un sabio monje budista asceta, que nada necesita, al que nada se puede dar, salvo lo que ya toma con su propia mano, del banquete aristocrático de su hogar de la abundancia.

Hubo un tiempo en que creía que consistía esa disposición que te lleva a las cosas, un significado que ya se lleva encima, como una doble piel, esa especie de alma inaprensible, invisible, que se diferencia tan sólo en la forma de andar y expresarse. Lo llamaría Oscar Wilde. Y es producto también del dinero, que hace que nos demos cuenta que, sin ser importante, lo es todo en la vida. Pero en el momento siguiente, el universo se abre más allá de los límites de la existencia y la necesidad de esa realidad paralela, a la que nadie puede acceder, y que tan sólo ella puede alimentar el mundo que, aparentemente lo que nos rodea, conforma.

Fotografía: Oscar Wilde con mi rostro.
C.

4 comentarios:

Guifred Strucc dijo...

Bonito blogger, ídem entrada.
Saludos desde un lugar remoto de la geografía oscense

Tika. dijo...

El señor powers a la vista de que me he hecho blog, me ha pasado tu link recomendándomelo especialmente porque según el "escribe muy bien"; y sí, por una vez le tendré que dar ña razón.

Anónimo dijo...

Planteas un debate que siempre me ha interesado. El cinismo que citas, esa elegancia que incinera sofismas y que te sitúa por encima del bien y del mal, como si nada fuera importante, como los seres que no necesitan nada más que su popio yo o ni éso siquiera para ser felices, puede llevarte sin embargo a una apatía vital, nihilismo parcial o absoluto, a la falta de pasión y la pasión -para mí- lo es todo, no te parece?

(no pienses, mejor sentir)

Quizá la solución esté en ese universo paralelo que en tantas ocasioes citas. Me gustaría conocer tu universo paralelo y saber qué es para ti, qué deseas que sea, saber si has podido entrar en algún momento -yo creo que sí, en muchos momentos-, quizá tengo la suerte, entre muchos, de vislumbrar un poquito ése tu universo paralelo, a través de lo que escribes, lo que sientes o lo que hablamos o lo que no hablamos; y también porque ese universo paralelo no es otra coaa que el mundo maravilloso que todos deseamos, que habita debajo de nuestra piel y vibra cuando se ruboriza o se altera por la cosa más insignificante que logra emocionarnos.

Sí, existen esos mundos, están ahí al lado, aquí mismo, pero cuesta sudor y lágrimas llegar a ellos.

Que la vida te sonría y si no, que te sonría también. Y tú a ella.

Alanthos dijo...

De acuerdo en toda la extensión del artículo o entrada. Mi pregunta es la siguiente:

¿Qué pinta tu cara en un retrato de Oscar Wilde?

No, perdona, reformulo mi pregunta...

¿Qué pintan tu cara y un retrato de Oscar Wilde en este artículo?

Sé que voy a morir... y no sé cómo será, pero sé que esa foto estará implicada de algún modo.