y cantas en la lengua del bosque colosal".
Rubén Darío, Leconte de Lisle. Azul...
Me encanta la fuerza y contundencia de sus palabras, el hecho de que transmita a través de una mitología que a penas sí es más que una justificación o lo irrelevante del poema, sus ritmos métricos, su también suave genio. Lo que me fastidia es la forma en que se desenvuelve la literatura y sus doctrinas apopléjicas entre el tiempo que media en las aulas su perorata.
¿Rubén Darío es quien dicen que es? Una pregunta extensible a muchos otros escritores como Valle-Inclán, al que tuve el privilegio de referir en mi examen de selectividad hace ya dos años. Incluso cuando se nos obliga a la lectura de un libro, otorgándonos la ampliación de nuestra libertad comprensiva, se coarta el crecimiento de este pequeño ser llamado independencia de criterio a través de la coerción de las notas, tal que si fueran agentes de seguridad.
Imágenes: Rubén Darío en plena creación artística (véase el lápiz que sostiene con la mano... más abajo) y el tumbado un alumno descansando a causa de la brutalidad de el día a día a manos de la docencia universitaria.
C.