Dicen que el recuerdo es el mejor de los regresos, que "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver", que "todo pasa y todo queda". ¿Cuál es el afán que impulsa entonces hacia la creación de nuevos recuerdos sino que al quemar los puentes que te unen al pasado, ni ellos pueden perseguirte, ni tú echar atrás? He leído un libro que hace tiempo me pareció increíble y ayer me lo volvió a parecer. Deberíamos de plantearnos entonces si lo que dicen es lo que sienten unos en vez de nosotros mismos. Si la piel de la piel en la que nos metemos todas las mañanas no es sino un individuo que requiere de sus propias reglas y métodos para alcanzar el resultado a los problemas y las inquietudes. Siddhartha de Herman Hesse ya comprendió que
nunca podría enseñarle el final del camino a su hijo porque él no había recorrido su senda.
Pero el inverso es el mismo. Me preguntaron una buena mañana de dónde era. Respondí que de Huesca, Aragón. Me dijeron que los de mi comunidad estamos muy orgullosos de serlo. Dije que era cierto, me sentía orgulloso. Pero también respondí que lo habría estado de haber nacido en cualquier otra parte del mundo. ¿Qué pasa con las identidades que se fijan a nosotros como el chicle a las suelas? ¿Acaso no nos impiden caminar, son un lastre, una marca de nuestro territorio que llevamos con nosotros mismos como si eso nos hiciera diferentes? Quisiera poder decir "no me siento extranjero en ningún lugar". ¿Puede que haya gente que se oponga a esto?

Efectivamente, y como todos sabemos, la hay. Recuerdo como en un foro en catalán le echaban en cara a un amigo mío de Aragón la desgracia de haber nacido al otro lado de la Frontera. Lo cierto es que odio los nacionalismos. Ni los comprendo, ni los comparto. Apelan a lo irracional del hombre, al sentimiento de pertenencia a algo diferente. Me recuerdan a esos desfiles nazis en los que se gritaba a favor de los días mejores de los del terruño, de la superioridad racial, étnica o cultural. Lo que entiendo es que un presidente español tenga que tratar a todos los ciudadanos de igual modo, pues es el presidente de todos, y el nuestro es un país donde las exigencias autonomistas de corte administrativo vienen muchas veces motivadas por sentimientos contrapuestos de funcionalidad y cercanía al pueblo llano, o bien victimismo algunas veces justificado y un afán de superioridad difícilmente comprensible.
Si creemos en el hombre y tenemos esperanza en un futuro mejor deberíamos de aparcar esas diferencias en pro del ser humano. Sólo seré enteramente feliz el día que conozca todos los idiomas y pueda viajar por todos los pueblos sin sentirme odiado o fuera de lugar; y sin embargo, Hoy en Día, todavía hay algunos que quieren matar por ideas que no alcanzan a ser tales en ningún caso. Supongo que nunca dejará de ser así.
Imágenes: Un hombre mayor con la bandera del pollo y una manifestación en Cataluña donde queman la foto de los reyes. Que conste que soy republicano, pero nunca he aceptado este tipo de actos de los que sólo son montadores de follones, nada más.