martes, 20 de abril de 2010

El mal menor

Muchas son las formas de resolver un problema. Hasta en el más restringido de todos los casos posibles siempre existe una segunda opción. Es fácil escoger una buena en vez de una mala de ellas, sobre todo cuando se diferencian bien ambos casos como tales, así como de aquellas que nos benefician, en tanto en que las opciones que tengamos ante nosotros son todas deseables. Lo difícil es elegir el sacrificio que menos nos molesta, sobre todo cuando se trata del sacrificio de toda una sociedad.

El problema en Valencia es que la ciudad ha vivido siempre "de espaldas" al mar. La solución que se promovió desde el gobierno municipal del PPCV desde los años 90 consistía en prolongar la Avenida de Blasco Ibáñez para que llegara hasta la playa de Las Arenas, en cuya trayectoria se encontraba, entre otros, al barrio de El Cabanyal y El Canyameral. A ambos lados de esta ampliada Avenida quedarían, una vez restauradas, las zonas supervivientes de la barriada del Cabanyal.

Ante un caso tan claro de perjuicio para algunos habitantes de la zona, sin contar con el agravante añadido de que algunos edificios son Patrimonio Histórico, se hace obvio el nacimiento de grupos de protesta, al mismo tiempo que el proyecto cumplía los pasos legales establecidos, entre los que destacaría "Salvem el Cabanyal". Ésta sería una organización social que tendría como finalidad la de evitar la demolición de edificios en el Cabanyal y que, posteriormente, ha sufrido un claro giro hacia una protesta más politizada.

Según un amigo que tengo en Valencia, y gracias al cual he conseguido, además de mucha de la información que he utilizado para hacer el texto que leen, una visión mucho más profunda del asunto- así como también de muchas otras cosas desde que lo conozco-, la realidad política de la Comunidad en la que se inscribe la ciudad a la que me refiero siempre ha estado condicionada por el enfrentamiento político más que por la unión en torno a un objetivo común que sirviera para alcanzar un beneficio social compartido. De esta forma, las más insignificantes propuestas a cualquier nivel han podido quedar paralizadas en el proceso de su puesta en marcha a causa de la constante confrontación entre las diferentes fuerzas del espectro político. Sería como el reflejo de la misma triste realidad que se puede ver en el panorama político nacional.

Quizá el mal menor sea un fruto demasiado jugoso como para apartar la mirada de él para unos, tanto como lo es para otros tener la oportunidad de atacar al contrario. Es importante que en problemas que afectan a algunos ciudadanos se llegue siempre a una solución de conveniencia pactada con cesiones por ambas partes. En mi opinión, el bien común debe de beneficiar a la sociedad en su conjunto, pero debe de tratar siempre de forma especial a los menos favorecidos- consecuentemente mucho más a los más desfavorecidos-. El PPCV ya lo ha intentado a través del programa de rehabilitación que necesita la zona, pero la guerra particular que se manifiesta por la influencia de las relaciones entre los partidos políticos ha silenciado la cesión, por otro lado propuesta de forma unilateral. El negocio bilateral de las condiciones es la única opción que debe de estudiarse ahora. Guste más a unos o guste mucho menos a otros.

2 comentarios:

I e s u dijo...

Estupenda visión.

Un lector que se acerque al tema a través de tu escrito entenderá al momento el problema, con independencia de la opinión que se forme.

Resultaría muchas veces tan sencillo acercarse a las cosas con naturalidad, con mentalidad abierta, con propuestas constructivas...

Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones vemos el mundo a través del fltro del odio generado por la confrontación, y de lo que al final nadie se acuerda es del origen de todo, de lo que de verdad importa.

Un abrazo, Carlos!

:)

Jorge Barraza dijo...

Sin animo de molestar, y sí de opinar, voy a hacer dos apuntes básicos.

Existe confrontación política cuando existen decisiones políticas. Eso pasa en la Comunidad Valenciana, en la de Madrid, en Suecia y en Japón. Y no es necesariamente negativo, en eso consiste un sistema democrático. Yendo al asunto a tratar, prolongar una avenida es una decisión política, en principio y si se ajusta a Derecho, legítima. No estar de acuerdo es una postura contraria a una decisión política también respetable e igual de legítima que la primera. Luego por tanto no acabo de entender el problema de que existan dos posturas; al final gana una o gana otra, eso que llamamos elecciones, y se cierra el caso.

Dicho esto, espero que el texto que acabo de leer tuviese sólo afán divulgativo pero no periodístico. Digo esto porque tener sólo una visión de la realidad, como tú has explicado que tienes, es positivo para llegar a conclusiones finales, o para acercarse a ellas, pero necesita aún el contraste imprescindible con el que comparar y decidir. Todo el mundo, absolutamente todo el mundo, es falible. Todas las opiniones, absolutamente todas, son sólo opiniones. Respetables, sí, pero opiniones al fin y al cabo. Y lo son mucho más cuando se dan desde dentro, y no como observador externo. Cuando hablamos de lo nuestro no influyen sólo visiones imparciales, también sentimientos o formas de creer o entender nuestra propia realidad.

No conozco para nada el asunto del Cabanyal, y por eso nunca me he pronunciado sobre él. Lo que sí sé es que, para este y para cualquier caso, siempre sirve lo mismo: si hay dos posturas enfrentadas, desde un punto de vista político con afán constructivo lo lógico sería buscar lo positivo o común de ambas. Tú mismo lo has dicho. Estoy seguro de que quienes defienden el proyecto del Ayuntamiento tienen buenas razones. Tampoco me cabe duda de que quienes se manifiestan en contra tienen las suyas, también buenas. Pues habrá que ver qué se hace, con relajación y contando con todos. Aunque creo que, tal vez, la mejor forma de hacer las cosas no sea saltarse leyes, obviar a la justicia o plantear demostraciones de fuerza escavadora en mano. Pero por supuesto, todo el mundo tiene derecho a defender siempre las opciones políticas -esto es sólo política, al parecer- que considere oportunas.

Soltada la chapa, broder, recibe un cordial, amistoso, fraternal y cariñoso saludo :P

¡Un abrazo!