jueves, 19 de noviembre de 2009

Escribid, Escribir pero, a poder ser, ya

Tengo la impresión de que me siento bien. Voy como esos pies detrás de la próxima huella, buscando el sitio donde caer y no encuentro sino razones por las que seguir intentándolo. Es muy fácil lanzarse a la escritura, pero tanto más fácil dejarse vencer por el desánimo que da el descanso tranquilo de un sofá. Me gusta que me empujen a hacerlo. Pero lo que más me gusta es encerrarme solo y ponerme a ello.

Desde el EBE 2009- Evento Blog España (E-TE-MI-CASA)-, pasando por "Reinventar el Periodismo y los Medios en la UCM", hasta el VII Certamen Universitario de Relato Corto de Jóvenes Talentos. Todos ellos hablan de un nuevo lenguaje; el web 2.0, una nueva forma de entender las comunicaciones- a pesar de que ellos mismos hablen dentro de las viejas formas de dar la brasa, sentados, inmóviles y pasivos como si se tratara de prensa decimonónica ominosa-; todos ellos, en definitiva, te animan a lanzarte a la aventura del instante, del momento, del contar y de buscar la noticia más allá del simple entretenimiento. Sobre todo, destacaban la inmediatez que permitían las nuevas herramientas, que hacían que el ahora fuera tan necesario, que lo que tuvieras que contar deberías hacerlo ya mismo. Con esto no pretendo decir que predicaban a favor del sacrificio de la calidad en pro de la celeridad de la comunicación pertinente, pero algo de eso hay.
Quería compartir con todos aquellos que me lean y que tengan interés en escribir o en proponerse intentarlo unas frases de Ariel Rivadeneira- especialista en técnicas de lenguaje y creatividad según el libro de donde realizo la extracción, curiosa titulación en todo caso- que pretender ilustrar sobre cómo empezar a escribir: "Dice un proverbio árabe que una palabra dicha se convierte en un cuento. Así, en la aldea se juntaban por las mañanas todas las mujeres en la orilla del río, y hablaban entre risas y trabajos. En una ocasión, una le dijo a la que tenía a su lado: "Mi marido me regaló unos pendientes de oro". Ésta le susurró al oído a otra mujer: "A Zulma, el marido le regaló nos pendientes de oro. Qué suerte tiene ésta que nosotros no tenemos". (...) Y llegó a oídos de todo el pueblo que el esposo de Zulma tenía un idilio secreto con la princesa".

Y primero fue la palabra, como quien dice. Luego todo lo demás.
IMAGEN: La solución del algoritmo en el que se incluye la democracia de medios.